En esta ocasión se destaca una pieza que forma parte del acervo del Museo Casa de Haedo, fundamental en la elaboración de alimentos durante el siglo XIX y representativa de las prácticas cotidianas de la época. Se trata de un mortero de gran tamaño, tallado en un solo tronco de madera, una característica que evidencia el conocimiento técnico y el aprovechamiento integral de los materiales disponibles.
Los morteros de este tipo solían fabricarse con maderas gruesas y resistentes, como el algarrobo, aunque también podía utilizarse madera de duraznero, seleccionadas por su durabilidad y capacidad para soportar el uso constante. Su profundidad y robustez lo hacían ideal para moler granos, especias y preparar alimentos básicos, convirtiéndolo en un elemento indispensable tanto en cocinas familiares como en ámbitos rurales.
El desgaste visible de su superficie y su textura irregular dan cuenta del uso intenso que tuvo en cocinas y patios rurales, y permiten imaginar las tareas diarias vinculadas a la alimentación y al trabajo manual. Hoy se preserva como testimonio del trabajo artesanal, las prácticas domésticas tradicionales y los saberes cotidianos de la época, valorándolo no solo como un objeto utilitario, sino también como portador de memoria cultural.
Además, la pieza recibe tratamientos de conservación preventiva, limpieza especializada y control de plagas, acciones fundamentales para garantizar su estabilidad material y su preservación a largo plazo, permitiendo que continúe siendo parte del patrimonio histórico que el museo resguarda y pone en valor para la comunidad.